Si la religiosidad popular con tanta frecuencia olvidada, desconocida e incluso despreciada por muchos de los tradicionales agentes de pastoral ha sido y es una forma activa de evangelización, ¿quién ha sido y es el agente activo evangelizador que ha asumido, mantenido y promovido esta forma de evangelización en América Latina? Sin duda que ha sido el pueblo mismo, como explícitamente reconoce Puebla. Pero, en medio de este pueblo han existido sus propios líderes, animadores y servidores, simultáneamente religiosos y populares, que han sido como los grandes motores para mantener en su vitalidad y vigencia el fenómeno de la religiosidad popular.
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