Ha sido costumbre, al estudiar la historia eclesiástica de Colombia, la espiritual edificación de nuestra Iglesia, atribuir la exclusividad de esa, tarea, sencillamente asombrosa, a los misioneros, frailes o clérigos seculares. Viniendo ahora a las comprobaciones de la historia, la Iglesia colombiana no la plantaron exclusivamente los sacerdotes. Sin el respaldo de los laicos su acción hubiera sido bastante más ardua o por lo menos muy retardada. El artículo da cuenta de este aporte.
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