La Iglesia y la fe de la Iglesia, consciente de encontrarse en un Continente que, con todos sus pecados y deficiencias, es casi globalmente Iglesia, ha asumido como propio este despertar humano del hombre, del pueblo y de toda América Latina que se expresa en un grito y una esperanza de liberación. Pero como Madre Evangelizadora lo asume responsablemente, procurando que tanto el término del proyecto, como el camino que lleva hasta él y los propios hombres que han de realizarlo se encuentren profundamente cualificados de Evangelio, conscientes de que en el Evangelio se encuentran la autenticidad y la energía originales de una verdadera y plena liberación.
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