En el contexto de la postmodernidad el autor se pregunta si es pertinente hablar de Dios en y desde América Latina. Para esto, parte del cuestionamiento de Tertio Millennio adveniente, acerca de la responsabilidad que le cabe a los cristianos por no haber manifestado el genuino rostro de Dios; por eso, el problema de fondo es qué divinidad están negando los que se llaman ateos y qué divinidad confiesan los que se dicen creyentes religiosos. La clave para el discernimiento de Dios está en la encarnación del Hijo, afirmación y garantía del ser humano, manifestación de su solidaridad con la humanidad y expresión de su victoria sobre el mal y el sufrimiento. El autor concluye su reflexión respondiendo a las preguntas para qué hablar de Dios, de qué Dios hablar y cómo hacerlo.
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