La praxis política del movimiento zapatista se fundamenta en una concepción particular de la política y de la democracia contrapuesta a una idea de política autoritaria actualmente en crisis, a una democracia que se reduce únicamente a la toma de decisiones y que no toma en cuenta la mejora en las condiciones de vida. Lo que los zapatistas llaman “otra forma de hacer política”, “otra forma de gobernar” y “otra forma de practicar la democracia” tiene su sustento en el principio rector del “mandar obedeciendo”; en la supeditación de la actividad política a la ética; en la participación de todos o de la mayoría en la toma de decisiones; y en la idea de que en última instancia esas nuevas formas de hacer política, de gobernar y de ejercer la democracia se traduzcan o generen en mejores niveles de vida para las comunidades.
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