La vida contemplativa es una forma diferente de participar en la sociedad y en la humanidad. Es una vida creadora de verdadera humanidad, un camino de fe que se inserta plenamente en la Iglesia caminando en comunión con todas/os. La vida contemplativa supone una respuesta de sentido de vida. Es una invitación a mirarnos por dentro. Como comunidad de inclusión y diálogo, comunidad donde se comparte y se celebra la fe, es fuente de alegría y esperanza para todos los que se acercan a los monasterios. Su mensaje al mundo puede ser afirmar que el comienzo de todo ser humano está en Dios, que ese ser humano es un buscador de Dios y que el principal sentido de su vida es orientarla hacia la búsqueda del Absoluto. Afirma también que la llamada a la existencia que Dios hace al hombre es una llamada de amor y para la alegría, y que ya desde ahora el ser humano puede vivir la totalidad de su destino, lo que le convierte en un ser abierto a la esperanza.
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