Luis Jorge Garay da las verdaderas dimensiones del problema, sin exageraciones, lo cual es un servicio invaluable, porque a este propósito son muchas las sin razones, sandeces y profecías apocalípticas que se han proferido.
Sin querer queriendo, Garay entabla un juicio a la administración colombiana, a la que el hoy asesora, lo mismo a la administración de la industria privada que cayó en la imprevisión de hacer prestamos alegres basados en el cálculo parecidos a los de la lechera de la fábula.
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