Tras las dos décadas neoliberales de alta dependencia de la ayuda externa, la llegada de Evo Morales a la Presidencia de Bolivia supuso una transformación estructural del papel de la ayuda en el desarrollo del país. Estas transformaciones se produjeron en varios niveles. Primero, gracias a una macroeconómica estable y un sector fiscal saneado se redujo significativamente el peso de la ayuda sobre el PIB y los presupuestos públicos. Segundo, se dio preferencia a instrumentos de crédito concesional sin condicionalidades de tipo político, que se alineasen con las prioridades nacionales en los sectores de desarrollo energético, infraestructuras y políticas sociales. Tercero, la composición de la ayuda pasó de concentrarse en donantes en la órbita de Washington (USAID, FMI y BM) a centrarse en donantes “pragmáticos”, como el BID, la CAF y los gobiernos de Venezuela, China y la UE.
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