La globalización ha sido la consigna de los últimos 40 años. A ella se atribuye el crecimiento económico y la salida de millones de personas de la pobreza, aunque también se le acusa de aumentar la desigualdad y destruir empleos y comunidades. Sin embargo, a medida que el comercio, los servicios, los datos, las personas y las ideas se internacionalizaban no lo hacían de manera uniforme o consistente. Algunos países y regiones lo hicieron mejor que otros. América Latina, por desgracia, ha sido una de las perdedoras.
La mayor parte de los países latinoamericanos no se han “globalizado”, ni siquiera internacionalizado. Brasil y Argentina siguen siendo dos de las economías más cerradas del mundo, con un comercio que representa menos del 30% del PIB. América Latina y el Caribe, como región, está 11 puntos porcentuales por debajo de la media mundial (45% frente al 56%) en cuanto a la importancia del comercio para sus economías, y está lejos de las estrellas de los mercados emergentes y de los grandes competidores comerciales, donde los flujos pueden rivalizar en tamaño con el PIB global.
«México, Brasil y Argentina han sido adelantados por Corea del Sur, Singapur, Malasia, Hong Kong y muchos países de Europa del Este capaces de superar la brecha de riqueza con el mundo desarrollado» Para ser justos, solo unas dos docenas de países de todo el mundo se han abierto realmente en los últimos 40 años, duplicando (o más) el comercio con respecto al PIB. Sin embargo, pocos de ellos se encuentran en Latinoamérica: México y Paraguay dieron el salto, al igual que Argentina (pero solo porque partía de una base muy baja). Mientras tanto, Colombia, Chile, Guatemala, Costa Rica y gran parte del Caribe experimentaron pocos cambios en la importancia económica del comercio en sus economías….
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