La guerra en la Italia arcaica ofreció a la nobleza múltiples opciones para pelear y matar con el egocentrismo de un Aquiles o un Odiseo. Con unas entidades estatales débiles o inexistentes, las incursiones de corte privado eran una forma habitual de violencia, ya que los aristócratas –los miembros principales de la familia y sus siervos y clientes armados– desarrollaban la guerra a nivel particular en busca de gloria personal, venganza y beneficios económicos –botín y pillaje–. La guerra cambiaría paulatinamente en la Italia arcaica del siglo V a. C. El aumento de la población rural proporcionó los efectivos necesarios para que las comunidades levantaran ejércitos de mayor tamaño y sofisticación. Las bandas de guerra de la nobleza simplemente no podían competir con milicias cada vez mejor estructuradas, incapaces ya de sostenerse en un entorno militar cada vez más dominado por verdaderos ejércitos. Por lo tanto, los aristócratas que buscaran prestigio y gloria militar necesitarían hacerlo, en adelante, como parte de las fuerzas organizadas del Estado, en una integración no siempre sencilla.
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