Se propone considerar como sumergida toda aquella angustia surgida del desamparo primigenio que haya resultado traumático (por fallas objetales) y que, no siendo susceptible de representación, permanece aparentemente silente, a la espera de que el objeto permita y recoja su expresión y elaboración. Resulta de la mayor importancia que esta angustia no sea prematuramente resignificada con cualquiera de los nombres evolutivos que se le asignan habitualmente (separación, castración, censura superyoica), para que el analista esté presto a reconocerla a través de las probablemente inevitables puestas en acto, dentro o fuera de la sesión.
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