Con el crepúsculo, en el tránsito de la luz a la oscuridad, el curso del tiempo parece solicitar una tregua. Tiempo de quietud y de sosiego, suspensión de las evidencias y rutinas del día. Es el momento de la reflexión y de la poesía, del silencio que hace posible el pensamiento y la creación artística. Hora, también, cuando el naufragio de los sentimientos acontece, de la lectura y los libros en busca de reposo, compañía y consuelo.
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