Esta perita en dulce de la falda sur de Gredos se impregna por estas fechas del aroma del pimentón. Por centenares de secaderos ahúman su producto más señero casi igual a como empezaron a hacerlo en el siglo XVI los jerónimos de su monasterio de Yuste. Apaciguado el gentío que atrae tanta cascada y piscina natural como atesora La Vera, el otoño devuelve la calma a sus senderos y pueblos.
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