Una nueva pléyade de voces italianas comienza a hacerse un lugar de honor en el mundo de la ópera. Así como el relevo de voces españolas parece estar asegurado con una hornada promisoria, lo mismo sucede en la tierra madre del género lírico. Las voces brotan como manantiales, pero los divos, eso sí, aún están en formación: el trono aún está vacante.
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