A medida que avanzamos en el proceso de descentralización fiscal las comunidades autónomas van incrementando su capacidad de toma de decisiones y de puesta en marcha de objetivos específicos. Por tanto, aunque la política de estabilización esté en manos del nivel central, al convivir distintos niveles de gobierno con presupuestos independientes es necesario que exista cierto grado de coordinación en la aplicación de los mismos y de este modo evitar que la materialización de unos pueda llegar a compensar los efectos generados por los otros. Este artículo trata de analizar precisamente la existencia de dicha coordinación, utilizando para ello los presupuestos elaborados por ambos niveles de gobierno para el ejercicio 2002
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