Que no hubieran arraigado las experiencias asociativas entre el campesinado asturiano de preguerra o que se hubiera mostrado poco receptivo al "discurso marxistizante", no fue óbice para que también quedaran sometidos al tiple aparato de coerción y vigilancia social erigido por el franquismo para restituir el viejo orden tradicional.Éste fue sostenido por la burocracia falangista, que se ocupó del control y la integración política; por los curas, que se centraron en la conducta moral y en la policia de costumbres, y , finalmente , por las fuerzas de seguridad, que se encargaon de la vigilancia directa y de la represión de las actitudes hostiles hacia el régimen. Desde sus respectivos ámbitos, con recursos diferenciados y niveles de compromiso fulctuantes, los tres se implicaron en el objetivo nuclear de la sujección social, fulcro de la contrarrevolución franquista.
© 2001-2024 Fundación Dialnet · Todos los derechos reservados