Nuestros dos yoes, impulsivo y racional, presentes en cada individuo, se reflejan en el plano colectivo al configurarse el sistema institucional democrático. En este artículo se esbozan las claves de control por parte del bloque lógico-racional del bloque emocional-ideológico. Como la razón y cerebro colectivo introducen una panoplia de artificios de desconfianza y límites al electorado y a sus impulsos encauzados a través del sistema político democrático esencialmente emocional, insensato, pero irrenunciable.
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