Isabelle Wentworth, Martin Eduardo García Calle
El cuerpo en que nací (2011) de Guadalupe Nettel es un Bildungsroman autoficcional que provoca una serie de cuestionamientos relacionados con el cuerpo y con la mente. La propuesta del título implica un Dualismo Cartesiano: un cuerpo que es un recipiente donde la mente está ubicada de forma circunstancial. Los procesos sensoriales y motores; la percepción y la acción son fundamentalmente inseparables en la cognición vivida. La novela empieza con el defecto físico de la protagonista: ella tiene una mancha de nacimiento sobre su ojo derecho, por lo que tiene que llevar un parche durante la mitad del día. La limitación en sus facultades perceptuales divide su mundo por la mitad. Este aspecto de su cuerpo moldea su forma de ser, y su manera de conceptualizar y experimentar el mundo. Para compensar el sentido de ser dividida: es decir, de ser una media-persona, la protagonista conforma su subjetividad a través de la duplicación. Ella limita a los seres con los cuales puede identificarse: insectos, y otras criaturas que viven marginadas. Por tanto, imitar o simular a estos bichos le da a nuestra protagonista un sentido sólido en un mundo fragmentado, puesto que, dos mitades forman un cuerpo entero. Este equilibrio no es matemático, sino afectivo y encarnado, lo cual revela la filosofía verdadera de la novela sobre el cuerpo y la mente.
The Body Where I was Born (2011) by Guadalupe Nettel is an autofictional Bildungsroman which provokes questions about body, mind, and selfhood. The preposition of the title, and criticism of the work, seems to imply a Cartesian Dualism, in which the body is merely a vessel or space in which one's mind is contingently housed. Yet the narrative itself dissolves this implicit mind/body separation, locating the self not simply in the body, but as the body. The protagonist of the novel is born with a defective eye. This limitation on her perceptual faculties means only able to use half of her sight, creating a motif which splices the novel. The world that she sees, and the lens of focalization through which the narrative is revealed, is divided into halves: this is how the character experiences and conceptualizes the world, and indeed her self. To compensate for this sense being half-formed, incomplete (not quite an individual), she forms her subjectivity through doublings, fashioning her identity on those beings with whom she can connect, imitating those creatures which she feels are more truly 'like her': insects, outcasts, creatures living on the margin. Mirroring these creatures gives her a sense of solidity in a fragmented world: two halves make a whole. This balance is not, of course, a mathematical one, but an affective and embodied experience. Reading the novel through this lens helps us to re-think its insights on mind, body, and the connections between them.
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