Ni siquiera el primer Presidente del Ecuador nació en nuestro país. Juan José Flores, venezolano de nacimiento casado con Mercedes Jijón, (dama de la aristocracia Quiteña), fue un gran aliado para lograr la libertad del país. Pero fue un “outsider”, característica que ha marcado las tendencias políticas de nuestra historia, desde la Fundación del Ecuador. La desconfianza que de ahí surge suscita, a su vez, problemas de identidad y supone un impedimento para la creación de una cultura política propia que esté bien arraigada y se apegue a lo que nosotros en realidad somos y a cómo funcionamos.Cultura e identidad política¿Qué es cultura política? Según Arturo Fernández, una serie de conceptos fundamentales en una sociedad que explica cómo el sistema político interno funciona bajo creencias, concepciones, sentimientos y evaluaciones de un pueblo, basándose en un conjunto de objetos propiamente políticos[1]. Se construye bajo los tópicos de poder, influencia y autoridad, mientras que también existe la contraparte, que viene a ser la resistencia y la rebelión. Este ‘set’ de conceptos le da direccionalidad y sentido “…A la cultura cívica, valga decir, a una forma específica de cultura política que condicionaría o facilitaría el desarrollo y el funcionamiento de los sistemas democráticos. Pero al mismo tiempo, para adquirir un claro estatuto en el discurso científico, el concepto de cultura política requiere convertirse en un instrumento neutro, que sirva para analizar o investigar la diversidad de esas matrices culturales que permiten orientar la actividad política en una sociedad en un momento dado”[2], ¿Cómo crear una cultura política fuerte y duradera en una nación? Lo primordial es educar a la sociedad. En nuestro país, éste es un reto significativo debido a la falta de acceso a la misma, sea en un sistema público o privado. Pero es la educación el elemento fundamental para que la sociedad aprenda a formar criterios y argumentos para defender su punto de vista. Es, también, esencial para la organización en grupos, lo que a su vez fomenta la discusión y el debate, generando mayor conocimiento y apertura hacia los criterios de otras personas.En particular, la formación del criterio es imprescindible para que el pueblo aprenda a discernir qué puede ser plausible y qué no, evitando caer en los mismos errores. En este sentido, cabe destacar la tendencia de los ecuatorianos a elegir candidatos que no están preparados y que muchas veces solo persiguen perpetuarse en el poder, poniendo en peligro el bienestar de todo el país. Asimismo, el fortalecimiento de la reflexión lo mantendría firme en su lineamiento político. El objetivo que éste persigue es evitar las innumerables instancias en que un individuo de izquierda, por ejemplo, cambia de bando a la derecha cuando su candidato le ofrece “el oro y el moro”, vendiendo su postura ideológica por premios o tratos. Al defender las creencias frente a la politiquería, se podrían evitar fenómenos como el famoso “Camisetazo”*.El efecto de la cultura política en la formación de un paísPara comprender mejor qué es cultura política, tomemos a los EstadosUnidos como ejemplo. En ese país, según autores como WJ Mackenzie y Femando Barrientos del Monte, existe una tendencia hacia el centro, en la cual se mantiene la posición política, independientemente de las circunstancias; es decir, todo aquel que es republicano siempre será republicano y todo aquel que es demócrata siempre será demócrata. Esto se refleja en las elecciones presidenciales[4]; ciertos estados siempre serán azules (demócratas) y ciertos estados serán siempre rojos (republicanos). Este sistema surgió tras un proceso largo y extenuante, impulsado desde el sistema central de gobierno cuyo rol, en este caso, consistía en fortalecer la educación de calidad para la consolidación de la cultura política. Como lo expresan autores como Albuquerque, la educación se convierte así en el patrón central para desarrollar y crear cultura política en los individuos que carecen de ella.Tomando en cuenta la escasa educación de calidad en nuestro país, podemos afirmar que la cultura política ecuatoriana es inexistente. Este hecho impide la formación de parámetros firmemente definidos para defender aquella postura que más se acerca a lo que realmente pensamos. Mientras no poseamos la capacidad de crear bloques fuertes que sustenten las posturas promulgadas, nuestra cultura política estará destinada al fracaso y la sociedad continuará saltando de un bloque a otro dependiendo de lo que convenga más, tomando nuestra política aún más inestable e incierta.ConclusionesComo ecuatorianos, solemos pensar más en el corto que en el largo plazo. Por ello nos basta recibir las simples dádivas de los candidatos o actuales mandatarios, nos quedamos felices y permitimos que se abusen y pisoteen nuestra voluntad ciudadana. El Ecuador poseerá una cultura política fuerte cuando logremos construir y pulir nuestro criterio y el de los futuros participantes de las elecciones, fortaleciendo una consciencia que tome en cuenta no sólo el presente, sino también el futuro, con ambición y ánimos de salir adelante. Cada bloque defenderá su postura, cada persona la consolidará y la protegerá con pasión fundamentada y criterio argumentado, propio.Para llegar allá necesitamos fortalecer y expandir la cobertura de nuestro sistema de educación, así como promover la calidad para motivar a los ecuatorianos a culiminar, por lo menos, sus estudios de secundaria. Y, poco a poco, ir elevando la barra y cultivando en la población el deseo de completar y alcanzar mayores niveles de estudio. Es así como podremos convertimos en personas más cultas; con más cultura empezaremos a apegamos más a lo que verdaderamente creemos y sentimos.
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