Desde hace más de cinco años, el consistorio de la ciudad de Alicante lleva intentando elaborar una primera memoria científica en la que se defiendan y pongan en valor algunos monumentos de la provincia, como son el Castillo de Santa Bárbara, las torres defensivas de la huerta o el pantano de Tibi, con el objetivo de ser declarados Patrimonio Mundial por la Unesco. Sin embargo, ¿estos bienes tienen valor suficiente como para ser merecedores de dicha distinción? ¿Qué posibilidades existen de ser incluidos en esta lista? ¿Hasta qué punto es realmente necesaria su candidatura? En las siguientes líneas pretendemos responder a esta y otras preguntas mediante la reflexión en torno al desarrollo de este tipo de procedimientos tomando como caso de estudio el ejemplo alicantino, pero pudiendo extrapolar sus conclusiones a cualquier otro que pudiera encontrarse en la misma situación.
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