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A veces patrimonializar algo industrial acaba convirtiéndolo en cultural y aveces patrimonializar algo cultural acaba convirtiéndolo en industrial

  • Autores: Federico Gonzalo Soriano
  • Localización: Ciudad Industrial: V Seminario internacional sobre patrimonio cultural de la arquitectura y la industria / coord. por Gestión e Intervención en el Patrimonio Arquitectónico e Industrial, 2016, ISBN 978-84-09-01544-3, pág. 23
  • Idioma: español
  • Texto completo no disponible (Saber más ...)
  • Resumen
    • Patrimonio e industria; parecería que son temas alejados de mis investigaciones o de mi actividad proyectual. Y que, como decía el poeta, unas manos amigas me han empujado a este lugar y a este momento. Sin embargo, una de mis invitaciones para impartir una conferencia fue en 1993, en los seminarios sobre patrimonio y el proyecto de intervención que organizaba la Universidad Antonio Machado en Baeza. Allí, en pleno auge de los temas de restauración, se enlazaba patrimonio e industria. Se habló de “memoria de futuro” y yo lo relacioné con el inicio de las obras de Palacio Euskalduna de Bilbao y el premio del concurso de la fábrica de cervezas el águila de Madrid, que eran los temas que manejábamos en ese momento. Hoy, este tipo de dos piezas contrapuestas vuelven a repetirse, invertidas, con la construcción en la fábrica de cervezas Estrella Galicia y el premio del concurso de la intervención sobre la central eléctrica limpia de Hsinta.

      Memoria es colección, es display, es exposición. No tiene significados, no es moral. No necesita que se arme un mensaje, ni que sea cronológica, ni que narre una historia. “La memoria sólo se alimenta de sí misma, es decir, de lo que de ella nace y sabe hacerse memoria a la vez”. Aunque pensemos lo contrario no es selectiva. Un display es tal cual. La arquitectura se relaciona de manera extraña con la memoria. Siempre ha querido depender de ella.

      La academia y la historia se han construido y se han justificado por unas narraciones de hechos anteriores. Pero los espacios son exclusivamente presentes. Solo los vivimos ahora. Incluso solo SON, cuando son usados, cuando hay usuarios, cuando el programa se usa. Es su contradicción.

      En el proyecto presentado en Baeza, la intervención sobre la fábrica de cervezas El Aguila, los huecos de las cubas de cocción no son arquitectura aún, sino memorias. Aunque pensemos que hacen espacio no es así. Solo harán espacio, serán arquitectura cuando los convertimos en actos de arquitectura, como nos dice Borchers, al regular un acto humano; al pasar, al ver, al bajar… La obra de arquitectura es un acto humano que para regular una acción se convierte en un objeto. “El acto es la unidad más simple en arquitectura: es el elemento, como el color en la pintura y el sonido en la música. Un acto contiene una cantidad de impulsos concatenados en acciones cristalizadas en las cosas: que son el asiento perceptible de los objetos. ”Muro”, “escalera”, ”suelo” son cosas: dentro de las cosas duerme potencialmente el objeto.

      El acto es la entidad, el hecho […] Un acto contiene un número de impulsos que son concatenados acciones cristalizadas en las cosas, que son el portador perceptible de objetos. […] Una pared es un obstáculo para el camino.

      Una escalera facilita el ascenso y descenso (…) Son las acciones inmovilizadas”.


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