Aún ignoramos muchas cosas, o las hemos olvidado. En las grandes ciudades, y en buena parte de nuestros pueblos, con los ruidos, han quedado atrás los sonidos, algunos, como el de las campanas, tan característicos y tan llenos de significado.
El arte de hacer sonar las campanas en función del mensaje que deban transmitir ha dejado de ser una realidad para convertirse en una leyenda. Y no digamos nada del arte de elaborarlas. Por eso merece la pena, de vez en cuando, retroceder en el tiempo y "tropezar", porque se les está buscando, con hombres dedicados a cualquiera de estos menesteres.
En las líneas que siguen, valiéndonos de documentación inédita de la época, nos trasladamos al siglo XVI y elegimos, como ejemplo y también por lo que nos descubren y porque hasta ahora ni se sabía que hubieran existido, a dos miembros de una misma familia, ambos "campaneros" o "artífices de hacer campanas": Andrés y Pedro de Carredano.
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