Manuel Ceperuelo Mallafre, María del Carmen Llasat
La predicción de la intensidad de las tormentas es una de las tareas más difíciles. Esto es debido a que existen un gran número de procesos físicos y termodinámicos que tienen lugar en la escala de la tormenta. Una de las técnicas utilizadas para realizar el pronóstico de situaciones de tiempo severo está basada en la obtención de índices termodinámicos de inestabilidad, tales como la CAPE o el SI. Si bien recientemente se han publicado trabajos tales como el de Doswell y Schultz (2006), en los que se discute el empleo de tales índices como parámetros predictores de convección intensa, es cierto que tienen la capacidad de resumir en un simple valor las características de los entornos medioambientales favorables a la producción de situaciones severas (Schaefer, 1986; Johns y Doswell, 1992). Sean mejores o peores, el objetivo de tales índices estriba en aportar más información de cara al pronóstico del tipo de situación meteorológica y el desarrollo de situaciones de tiempo severo. En general, no se utilizan para pronosticar la evolución temporal de las tormentas o células convectivas, una vez ya se han iniciado, lo que es fundamental para poder mejorar la predicción a muy corto plazo. Es en esta última parte en donde se va a centrar el presente trabajo. Su objetivo es proporcionar unas herramientas para la mejora de la predicción de la evolución del sistema convectivo una vez ya han sido formadas las tormentas. Para ello se utilizará el radar meteorológico y el modelo meteorológico mesoescalar MM5, a fin de disponer de la estructura del sistema y sus características y evolución, el viento en diferentes niveles, las alturas de las isotermas de 0 ºC y de -20 ºC, su desplazamiento y su intensidad.
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