Proponen una profundización en la dimensión antropológica trascendental de la acción educativa, es decir, al crecimiento del ser humano que apunta al amor personal así como a los vínculos que hacen posible ese crecimiento ayudado. Pretenden confirmar que la familia es el ámbito educativo originario de toda persona humana y que cumple está misión desarrollando vínculos afectivos y amorosos.
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