Desde hace décadas ha habido en nuestro país una emigración del campo a la ciudad de cientos de miles de personas, en busca de mejores condiciones de vida y de trabajo. Este desplazamiento humano todavía continúa en la actualidad y constituye «una historia interminable».
Pueblos y comarcas se quedaron sin apenas gente e incluso las capitales de muchas provincias sufrieron y sufren una gran sangría poblacional. Emigraron campesinos y agricultores, hombres, mujeres, jóvenes y familias enteras. Esta situación no es, en absoluto, halagüeña y, sin lugar a dudas, muy difícil de revertir.
A esta España realmente despoblada, abandonada y olvidada se la ha denominado, metafórica y eufemísticamente, «vacía» y/o «vaciada»
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