El organismo necesita agua para regular la temperatura, para mantener el volumen y la presión de la sangre adecuadas y permitir la producción de energía mediante reacciones químicas en las células musculares. Si los músculos no se hallan bien hidratados se vuelven débiles y se fatigan más fácilmente. Diversos estudios han demostrado que la sensación de sed es un mal indicador del estado de hidratación y, en general, cuando una persona experimenta sensación de sed muchas veces existe ya una deshidratación importante.
Es conocido que el ejercicio dinámico realizado en condiciones normales, produce modificaciones en el equilibrio hidromineral, alterando la respuesta del sistema renina-angiotensina-aldosterona, sustancias vasoactivas de máximo interés resultando de ello una rápida y sostenida elevación de la actividad de renina plasmática, angiotensina II y aldosterona.
En el presente trabajo intentamos profundizar sobre la respuesta adaptativa al ejercicio.
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