La iluminación eléctrica llegó a Málaga a finales del siglo XIX, con los condicionantes que imponía las limitaciones tecnológicas de la época: cercanía entre los centros de producción y consumo. En este artículo se analiza la implantación de las dos compañías concesionarias en Málaga, la construcción de los edificios fabriles y los problemas y desconfianzas que su presencia generó entre la población. De forma especial se estudia la evolución empresarial de la denominada "Fábrica de los ingleses'~ que se tradujo en una ampliación del edificio fabril por el ingeniero Juan Brotons -que es la que, rehabilitada, hoy perdura-, y cuya autoría ha sido desconocida hasta el momento presente.
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