Hoy día todos entendemos la plaza de la Villa como un vestigio único e intocable de nuestro Madrid más antiguo. La pueblan edificios de los siglos XV, XVI y XVII, y desde este último ha permanecido –casi– inalterada.
Pero la historia pudo haber discurrido de otra manera, y la víctima propiciatoria habría sido –en ambos casos– el querido caserón medieval de los Lujanes...
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