Es, por lo tanto, necesario acoger lo que Dios hace y hacer lo que nos está pidiendo, y, por esa razón, escuchar lo que nos dice y no cesar de hablar a los hombres a lo largo de los siglos. Necesitamos aprender el lenguaje de Dios. La Escritura no es principal-mente un libro a poner entre los demás libros. Nos comunica la acción de Dios que se expresa en un don cada día nuevo de su Palabra.
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