Un trabajo seguro y saludable, en este orden, debe ser la meta de las políticas públicas en salud laboral. La Ley de Prevención de Riesgos Laborales de 1995 significó un impulso para el desarrollo de las políticas preventivas –frente a las indemnizatorias–, pero siete años después, podemos valorarlo como insuficiente.
La actual tendencia y magnitud de las lesiones por accidentes de trabajo constituyen el principal indicador de unas condiciones de trabajo deficientes en las empresas en España.
Las diferencias con los países de nuestro entorno demuestran lo mucho que todavía queda por hacer en España en relación a este problema de salud laboral. Al que hay que añadir de manera urgente el de las enfermedades profesionales.
La interpretación de las tendencias observadas no resulta fácil, pues la información disponible sobre las causas es muy escasa. La investigación en esta materia, como se ha puesto en evidencia, es muy reducida y está orientada inadecuadamente. El actual debate sobre las causas de las lesiones por accidentes de trabajo no se separa convenientemente la discusión sobre causalidad de la discusión sobre responsabilidad. Cuestiones ambas importantes y relacionadas, pero diferentes. La primera es esencial para poder prevenir, la segunda, para poder indemnizar. Los procedimientos y herramientas jurídicas, útiles para delimitar responsabilidades administrativas, civiles o penales, no lo son para identificar las causas, las cuales requieren otros instrumentos y lógicas diferentes.
Después de valorar el papel que cada uno de los actores implicados en la prevención de riesgos laborales –los empresarios, los trabajadores y las administraciones, a los que hay que sumar, por la relevancia de su papel en la concreción de las políticas preventivas, a las Mutuas y los profesionales de la prevención– destacamos las políticas que pueden ser impulsadas directamente por las administraciones públicas, tanto central como autonómicas, ya que son las que tienen mayor capacidad para desarrollar políticas que mejoran la salud laboral.
Una primera línea de avance consistiría en potenciar los programas de promoción de la prevención, cuyo objetivo principal sea la integración real de la prevención en las empresas, dejando al margen las campañas publicitarias de auto-referencias. La premisa para esta propuesta es que la única manera de hacer avanzar la salud laboral es mediante su integración real en los procesos productivos de la empresa.
Un segundo grupo de propuestas está relacionado con la necesidad de mejorar la calidad de la formación en prevención, dirigida tanto a los trabajadores y empresarios como a las personas que deseen dedicarse profesionalmente a la prevención de riesgos laborales. La formación de calidad a empresarios y trabajadores en prevención de riesgos laborales y la existencia de profesionales bien formados son elementos esenciales para hacer avanzar la salud laboral.
Por último, será difícil poder desarrollar políticas de salud laboral efectivas si estas no están basadas en una información de calidad y en una sólida investigación científica de los problemas de salud laboral y sus soluciones. Por lo tanto, un tercer grupo de propuestas debe estar basado en el desarrollo de investigación competitiva en esta materia que permita desarrollar políticas basadas en la mejor evidencia científica disponible en cada momento.
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