Según una antigua idea que ha perdurado hasta nuestros días, el cerebro es como un lienzo en blanco donde se inscribe la experiencia que adquirimos del mundo exterior.
Varios neurocientíficos la cuestionan y plantean, en cambio, que el cerebro aprende de dentro afuera, es decir, relaciona la propia actividad neuronal con la información que le llega del exterior.
Los experimentos están confirmando esa teoría al demostrar que los estímulos del entorno no cambian el modo en que se activan las redes de neuronas. En lugar de ello, los estímulos se emparejan con las trayectorias neuronales preexistentes en el cerebro, lo cual contribuye al aprendizaje.
© 2001-2024 Fundación Dialnet · Todos los derechos reservados