En la Alborada del primer día de la semana, muy de madrugada, cuando aún era de noche, (Jn 20,1), Jesús envía a María Magdalena, la primera testigo de su Resurrección, a anunciar la continuidad de la misión con la Buena Nueva de la Soro/fraternidad y de la Filiación. Así, el Resucitado nos revela la naturaleza de la utopía del Reino: el Caminar Juntas/os, la Sinodalidad va entretejida con la progresiva conciencia de que somos hijas e hijos, hermanas y hermanos en el Hijo. La tarea de ir construyendo la soro/fraternidad es la respuesta al Don de la Filiación. Es edificar con acciones concretas el reconocimiento y respeto a nuestra igual dignidad.
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