La suposición que subyace al impulso para “reducir el Estado” puede haber sido que la globalización en curso de los mercados había hecho que las formas tradicionales de intervención del gobierno en la esfera económica fueran redundantes y posiblemente dañinas; y que, en cualquier caso, los mercados fueran más eficientes en la asignación de recursos que los políticos o los burócratas profesionales. En mi modesta opinión, esta visión, aunque no del todo infundada, no tiene en cuenta suficientemente un cambio sutil y múltiple que, desde la década de 1980, ha alterado drásticamente el equilibrio de poder en todo el mundo: del Sur y del Este al Noroeste; del sector público a la empresa privada; y en varios países, desde el trabajo organizado hasta la gestión. La ideología dominante durante las décadas de 1980 y 1990 reflejó este estado de cosas y continúa vigente en el siglo XXI.
The assumption underpinning the push to “shrink the State” may have been that the ongoing globalization of markets had made traditional forms of government intervention in economic sphere redundant and possibly harmful; and that, in any event, markets were more efficient at allocating resources than either politicians or the professional bureaucrats. In my modest opinion, this view though not completely unfounded, takes insufficient cognizance of a subtle, multiple shift which, since the 1980s, has drastically altered the balance of power world-wide: from the South and from the East to the Northwest; from the public sector to private enterprise; and in a number of countries, from organized labour to management. The dominant ideology during the 1980s and 1990s reflected this state of affairs and continues in the 21st Century.
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