Winston Churchill creía que una ofensiva aliada contra Italia en 1943 sería un golpe contra el “bajo vientre” de Europa, sin embargo, el teniente general Mark Clark, comandante del Quinto Ejército estadounidense, que desembarcó en Salerno en el mes de septiembre, dijo que eran unas “entrañas viejas y correosas” (tough old gut). Esta diferencia de opinión se debió sobre todo a la tenacidad de los soldados alemanes desplegados en Italia. Combatir a la defensiva les proporcionó ventajas evidentes y las tropas desplegadas en aquel escenario demostraron, una y otra vez, su experiencia en este cometido. Además, fortificaron con una resolución letal la escabrosa cadena de los montes Apeninos, que recorre a lo largo la bota italiana formando una barrera natural y, mientras se retiraban gradualmente hacia el norte, obligaron al Quinto Ejército de Clark y al Octavo del general de ejército Montgomery a pagar un tributo de sangre por cada metro que ganaban.
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