Frente a un sector de la sociedad española que la define como un proceso viciado y no terminado, otro sector defiende que la culminación de la transición está representada en la Constitución de 1978. Así, sería el resultado de una trayectoria social, sindical, religiosa y cultural ( además de política) de un pueblo que ansiaba conservar la paz social y política en el marco de una demacracia representativa.
El análisis de estos movimientos es fundamental para comprender el verdadero espíritu de la transición española, y por ello, de la C.E. de 1978.
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