Abordo en este ensayo la cuestión de la intermedialidad, en concreto –y valiéndome como ejemplo de uno de los medios más efímeros y deleznables, el teatro– cómo su misma condición de performance efímera, deleznable e inconstante puede servir para generar conceptos, o paraconceptos, de subjetividades políticas: crea conatos de constancia. Los operadores mayores son los conceptos de performatividad, intraducibilidad (entre lenguas y medios) y contingencia. El ejemplo principal es la obra de Pedro Calderón de la Barca, El príncipe constante (1629), así como la producción de esta de 1965 por Jerzy Grotowski.
© 2001-2024 Fundación Dialnet · Todos los derechos reservados