El Ecuador ha mantenido, desde su constitución como República, una tradición colonial de reconocimiento de los gobiernos locales. Sin embargo, si el Estados ecuatoriano, según la nueva constitución, propende a la descentralización, buscando promover el desarrollo equitativo y solidario en todo el territorio a través del fortalecimiento del proceso de autonomías, resulta relevante reflexionar sobre el papel del Estado y el desafío de la descentralización en el nuevo marco constitucional, y en un contexto de globalización que precisa de miradas más amplias y reglas de juego claras.
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