La pandemia de COVID-19 ha tenido un enorme impacto sobre nuestro modelo de Estado de bienestar, y especialmente por lo que se refiere a la escuela pública, debido a la debilidad en la que se encuentra nuestro sistema educativo después de más de una década de recortes presupuestarios. El cierre de las escuelas y el abandono de la enseñanza presencial forzada por la pandemia han abierto numerosos debates sobre la calidad del servicio público educativo. La escuela pública es un mecanismo clave para reducir las desigualdades sociales, de ahí la importancia de que esta cuente con los recursos necesarios para realizar su labor. Sin embargo, las medidas adoptadas para gestionar la pandemia han incrementado la desigualdad de oportunidades entre los estudiantes, yen ocasiones han impedido el correcto ejercicio del derecho a la educación en el caso de las clases sociales económicamente más desfavorecidas.
The COVID-19 pandemic has had a huge impact on our welfare state model, and especially with regard to public schools, due to the weakness of our education system after more than a decade of budget cuts. The closure of schools and the abandonment of face-to-face teaching forced by the pandemic have opened many debates about the quality of the public educational service. The public school is a key mechanism to reduce social inequalities, hence the importance of having the necessary resources to carry out its work. However, the measures adopted to manage the pandemic have increased inequality of opportunities among students, and have sometimes prevented the correct exercise of the right to education in the case of the most economically disadvantaged social classes.
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