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Resumen de Leonardo Da Vinci 1452-1519.

Erwin Rivera García, Graciela Aurora Mota Botello

  • Leonardo da Vinci fue un gran genio; muy imaginativo y con una desmesurada curiosidad por saber e innovador en múltiples disciplinas. Sin embargo; colgarle la etiqueta de genio a Leonardo; aunque parezca extraño; lo rebaja; al hacer que parezca alguien tocado por un rayo. Resulta muy importante resaltar que el genio de Leonardo era humano; forjado por su propia voluntad y ambición; y a diferencia de Newton o Einstein; no se debía al don divino de una mente con una capacidad de procesar información que los simples mortales no entendemos. Leonardo casi no tuvo estudios y apenas sabía leer latín o hacer divisiones complicadas. Aparte de una mínima formación en cálculo mercantil; Leonardo era básicamente autodidacta. Su genio era de la clase que entendemos y que incluso nos sirve de ejemplo. Se basa en habilidades que podemos aspirar a mejorar en nosotros mismos; como la curiosidad y unas enormes dotes de observación. Poseía una imaginación agudísima; que lindaba con la fantasía; una cualidad que podemos tratar de preservar en nosotros mismos y procurar inculcar en nuestros hijos. Debido a que el gremio de notarios de Florencia excluía a los hijos ilegítimos; Leonardo pudo dar rienda suelta al instinto anotador que formaba parte de su tradición familiar al tiempo que se veía liberado para perseguir sus propias pasiones creadoras. Podemos decir que la humanidad tuvo mucha suerte. Habría sido un pésimo notario; se aburría y se distraía con demasiada facilidad; sobre todo cuando un proyecto se volvía rutinario en lugar de ser innovador. Las más de siete mil doscientas páginas conservadas quizá representan cerca de la cuarta parte del total que escribió Leonardo. Los cuadernos de Leonardo constituyen un extraordinario regalo caído del cielo que nos permite documentar su creatividad aplicada. Sus cuadernos han sido descritos; con toda justicia; como “el testimonio más asombroso de las dotes de observación e imaginación humanas del que haya quedado constancia sobre el papel”. Su capacidad para combinar arte y ciencia; simbolizada por su dibujo de un hombre completamente proporcionado con los brazos extendidos dentro de un círculo y un cuadrado; conocido como el “Hombre de Vitruvio”; lo convirtió en el genio más innovador de la historia. Dentro del cuadrado y del círculo podemos contemplar la esencia de Leonardo da Vinci y la nuestra; de pie; desnudos en la intersección entre lo terrenal y lo cósmico. Leonardo tardó mucho tiempo en terminar “La Última Cena”; la espera valió la pena. El resultado constituye la pintura narrativa más fascinante de la historia; que; además; presenta múltiples elementos del genio de Leonardo. Su genial composición muestra su dominio de las complejas reglas de la perspectiva natural y artificial; pero también su flexibilidad a la hora de alterarlas cuando fuera necesario. Su destreza para plasmar el movimiento resulta evidente en los gestos de cada uno de los apóstoles; al igual que su famosa habilidad para revelar los movimientos del alma; las emociones; mediante los movimientos del cuerpo. La Mona Lisa se ha convertido en el cuadro más famoso del mundo; principalmente porque los espectadores han podido establecer un vínculo emocional con ella; porque provoca una serie compleja de reacciones psicológicas que ella a su vez parece mostrar. Y lo más increíble es que da la impresión de ser consciente tanto de nosotros como de sí misma. En eso consiste lo que la hace parecer viva; el más vivo de todos los retratos jamás pintados; pero; también; lo que la convierte en única; en una de las insuperables creaciones de la humanidad.


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