Al atacar Ucrania para impedirle unirse en el futuro a la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), el presidente ruso Vladímir Putin ha acabado precipitando a Suecia y Finlandia a la Alianza Atlántica. El abandono de una neutralidad que hace solo seis meses aún era refrendada por la población lleva a estos dos países nórdicos a renunciar a lo que constituía una parte de su identidad.
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