Se analiza la transmutación administrativa de la Dirección de Asuntos Culturales, la libertad de expresión, el año de México en Francia, la imagen de México en el mundo y el cierre de la representación diplomática de México ante la Unesco. En este sexenio, la diplomacia cultural se desdibujó, perdiendo jerarquía y posicionamiento institucional. De cara a la devaluación de la imagen de México en el mundo, la diplomacia cultural no contó con los recursos económicos necesarios para ampliar sus actividades significativamente y, aunado a una serie de coyunturas y malas decisiones, las actividades culturales de la Secretaría de Relaciones Exteriores entraron en un declive más que evidente.
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