Lucía Santos Martín, Elena Escudero Padial
Clásicamente, la anestesia locorregional (ALR) ha estado contraindicada, al menos relativamente, en aquellos pacientes que presentan una enfermedad o déficit neurológico preexistente. La teoría del “double crush syndrome” de Upton y Mc Comas advierte del riesgo acumulativo que supone cualquier agresión sobre un tejido nervioso previamente dañado, considerándose la base de la práctica clínica habitual durante décadas. La toxicidad de los anestésicos locales (AL), el daño mecánico directo o la posibilidad de isquemia perineural derivada del uso concomitante de vasoconstrictores, constituyen riesgos reales que deben tenerse en cuenta. La neurotoxicidad depende del tipo de fármaco, la dosis empleada y de la susceptibilidad individual de cada paciente. Por último, un empeoramiento neurológico en estos pacientes puede acarrear implicaciones legales que también habrá que considerar. Sin embargo, en muchos casos y a pesar de todos estos condicionantes, la ALR presenta grandes ventajas con respecto a la general, y la evidencia científica no parece apoyar suficientemente la contraindicación de estas técnicas. En esta revisión nos centraremos en las principales enfermedades del nervio periférico.
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