Un rasgo inherente a las lenguas es su variación, ya sea en el tiempo, el espacio geográfico, el estrato social o la circunstancia del intercambio verbal. El castellano hablado en el Perú es en siglo XVI no es idéntico al que hablamos hoy; el castellano de Lima y la costa norte difiere del castellano de la sierra o de la selva amazónica. Igualmente, los grupos sociales privilegiados presentan rasgos lingüísticos que los diferencian de los grupos quechuas o aymaras empobrecidos.
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