Muchas veces se plantea que ña calidad de la educación ha de entenderse como la pertinencia de los sistemas educativos para responder a las demandas socioculturales, es decir, para producir aprendizajes significativos capaces de favorecer el desarrollo integral de los pueblos. Se insiste, además, en que la educación debe posibilitar el crecimiento de las culturas nacionales. El respeto dela realidad histórica y social de cada cultura, el contar con las posibilidades reales de enfrentarse a nuevo valores y de crear nuevas síntesis vitales, a la par de constituir un derecho fundamental, es un reto para toda acción educativa que pretenda ser liberadora, pues "la vocación de toda cultura es llevar a la libertad... lo imprescindible es que nuestra reflexión en torno a la cultura involucre la consideración de los aspectos sociopolítico-económicos..." (Cabrerizo, 1987).
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