En octubre de 1982, luego de una intentona golpista traducida en secuestro a los diputados elegidos mediante sufragio universal, la ciudadanía española quiso acelerar el proceso de reinstauración democrática, otorgando en las urnas un sonoro triunfo a Felipe González. Su Partido Socialista, de inequívoco aroma andaluz, no sólo había roto amarras con los despojos de
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