Reflexionar sobre la relación aludida en el título de este artículo es riesgoso y difícil. Riesgoso porque se puede no conseguir la distancia prudencial necesaria para el análisis y porque, en parte, es hablar sobre un asunto que concierne vivencialmente; difícil porque generalizar puede conducirnos a ignorar circunstancas y matices importantes que tienen que ver con las diferentes épocas, con los diveros tipos de intelectuales y con la variedad de formas que estos tienen de relacionarse con la política. De esta manera, los vínculos de los intelectuales con la política deben ser estudiados en una larga línea histórica que debe ser acotada por el tipo de intelectual que surge en cada momento. En otras palabras, al problema (relación intelectuales-política) hay que proveerle densidad histórica. Y esto es todo un programa de investigación.
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