Durante los años que siguieron al descubrimiento de América, los conquistadores adquirieron poder absoluto sobre las nuevas tierras. A los monarcas españoles les resultó difícil hacer respetar su autoridad en tan lejanas posesiones. Para lograrlo tuvieron que emprender una larga batalla contra los poderes locales; su arma principal fue el cuerpo legal, integrado por medidas que limitaban la extensión territorial y temporal de las encomiendas, además de restringuir el acceso de los encomenderos al trabajo y el tributo indígenas.
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