En el Perú, ante el avance de sectores liberales en Lima, Arequipa se constituyó como una ciudad baluarte del catolicismo. En este proceso, el episcopado jugó un papel clave como dinamizador de espacios de formación ultramontana para el clero y el laicado, de promoción de sociedades laicales apologéticas y ociales, de consolidación de prácticas piadosas y de construcción de una legitimidad pública para la Iglesia en la ciudad. En este sentido, este artículo estudia el proceso de afianzamiento del ultramontanismo y del catolicismo social de los episcopados de José Ambrosio Huerta, Manuel Ballón y Mariano Holguín. De esta manera, la Iglesia fortaleció su presencia en el espacio público regional y pudo articular un discurso sobre la modernidad desde la perspectiva católica, a favor de la presencia pública de la Iglesia como estructuradora de la vida política, social y moral en la ciudad.
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