Madrid, España
La entronización del inglés como lengua de dominio obligado en los ámbitos de la investigación universitaria tiene consecuencias importantes sobre la forma en la que esta se lleva a cabo así como sobre la vida profesional de los profesores e investigadores. La idea del conocimiento franquiciado parte de una imagen que se ha hecho habitual: esos centros comerciales de cualquier rincón del mundo globalizado en los que el visitante se encuentra, invariablemente, con las mismas tiendas que le ofrecen los mismos productos, las franquicias. Esa imagen es la que se proyecta en el artículo sobre los centros de investigación contemporáneos. Gracias a la supuesta mediación de una lingua franca, la generación y difusión del conocimiento produce así una forma de neocolonialismo asimilable al franquiciado. A la par que la fabricación de ideas, la circulación del lenguaje discurre en sentido único, desde una lengua a todas las demás. Sostenida sobre un sistema de premios y castigos para el Personal Docente e Investigador (PDI), esa servidumbre epistémica muestra ya sus consecuencias: control de la agenda científica por parte de una metrópoli intelectual angloamericana, dominio de la edición por grupos editoriales en lengua inglesa y pérdida de influencia de las publicaciones en otras lenguas, drenaje de talentos y mella de la creatividad en los centros de investigación de la periferia provincial. En último extremo, el conocimiento como franquicia construye una forma de dependencia que pone en cuestión nuestra actitud personal y profesional a la vez que la solidez de nuestros vínculos sociales.
The enthronement of English as a compulsory language in the fields of university research (as this unintended abstract empirically shows) has important consequences on the way it is carried out as well as on the professional lives of teachers and researchers. The idea of franchised knowledge starts from an image that has become habitual: those shopping centers in any corner of the globalized world where the visitor invariably meets the same shops offering the same products, the franchises. That image is projected on contemporary research centers in this article. Thanks to the supposed mediation of a lingua franca, the generation and dissemination of knowledge thus produces a form of neocolonialism assimilable to the franchisee. Along with the fabrication of ideas, the circulation of language runs in one direction, from one language to all the others. Supported on a system of awards and punishments for the professional researcher, this epistemic servitude already shows its consequences: control of the scientific agenda by an Anglo-American intellectual metropolis, mastery of editing by English-language publishing groups and loss of influence of publications in other languages, drainage of talents and a dent in creativity in research centers on the provincialperiphery. Ultimately, knowledge as a franchise builds a form of dependency that calls into question our personal and professional attitude as well as the strength of our social ties.
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