Las pruebas diagnósticas deben ser válidas, reproducibles y seguras para poder recomendarse como herramientas fiables para la evaluación de las enfermedades.En la práctica médica, incluso muchas pruebas sometidas a evaluaciones rigurosas no llegan a cumplir estas condiciones; los profesionales sanitarios y los pacientes deben teneren cuenta estas deficiencias a la hora de interpretar sus resultados. Este conocimientodebe ser especialmente preciso respecto a las pruebas diagnósticas no encuadradas dentro de la llamada medicina científica, y que por tanto permanecen ajenas en muchos casosa las herramientas de evaluación de que esta ciencia dispone.Esta prevención se aplica sobre todo a pruebas muy extendidas en la actualidad como ladetección de anticuerpos IgG frente a alimentos, las pruebas citotóxicas, la electroacupuntura, la cinesiología aplicada, la prueba de Rinkel, el DRIA, la biorresonancia, el pulsoreagínico, el análisis corporal de sustancias químicas y la iridología. Sus resultados debeninterpretarse con cautela a la luz de los conocimientos científicos actuales.
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